Pasar al contenido principal
Autor/a

Mariano Acciardi

¿De qué dolores u horrores estas palabras son consecuencia? Hoy estuve en el Congreso Provincial de Salud en Mar del Plata, hablando de la masculinidad y su destejido. Estuvimos, con otros colegas, en una mesa de un nombre muy extraño, que resultábame incomprensible en un comienzo: “Sexualidad y practicas no reproductivas: erotismo, anticoncepción y aborto”. Ayer, como de costumbre costumbre, en la zona de Madariaga, levanté a un flaco para darle el último tirón hasta Villa Gesell. Como suele suceder nos pusimos a charlar, que hacés, tenés familia, a donde vas, en fin, las cosas comunes que uno habla cuando levanta a una persona que está haciendo dedo en una ruta. Le comento, en respuesta a su pregunta, que me dedico a trabajar con grupos de varones que ejercen violencia contra la pareja. Le pregunto la edad, me dice:
-20 años, tengo una hija bebé y otro en camino.
Pienso para mis adentros, ¿Puede haber gente en el S XXI que no entienda la diferencia entre un polvo de 10 minutos y una o varias responsabilidades de unos 20 años? Le digo solo la última parte:
-Uh que responsabilidad che, son 20 años para cuidarlos y acompañarlos a crecer.
-No lo había pensado, no me lo digas así que me quiero matar, está re duro el tema. Bueno pero si los mandó Dios es por algo...
-Si, no se, pueden hablarlo con ella, ir a consultar, como cuidarse…. Antes que pueda decirle que en el sistema de salud les suministran asesoramiento y los más diversos métodos anticonceptivos gratuitamente me corta y me dice:
-¡Hay que castrar a la yegua no!
Entré en un estado de estupor mental, estaba apunto de aflorarme la masculinidad, pero ya estábamos llegando. No podía creer lo que estaba escuchando. Le acababa de decir que trabajo en violencia de género y me sale con esto. Mi cara debe haberse transfigurado, porque asustado me dice -No no che era joda… contesto: -Bueno llegamos, un gusto. Amablemente me dice -Acá es mi casa, cuando quieras pasar a tomar unos mates, no hay mucho pero siempre algún matecito para compartir hay. Agradezco y sigo mi viaje.
Desde ayer hasta hoy no puedo sacarme esa frase repiqueteándome en la cabeza. Claro para él, que la pareja sea una yegua, de su propiedad, esterilizable a capricho de él no era violencia, era “Normal”. Imagino, la ligazón de trompas es algo perfectamente tolerable porque se ejerce sobre una mujer que es de mi propiedad y responsabilidad. ¿Se puede pensar lo mismo de la vasectomía? NOOO Ni pensarlo, pierdo mi “Virilidad”!!!. Una masculinidad respetable es aquella que puede reproducir...
Quedé en un estado de confusión completa, pero claro, entendí por qué estábamos en una misma mesa, violencia masculina, sexualidad no reproductiva, aborto y erotismo. Uno a veces piensa que hay esperanzas, que las nuevas generaciones cuando tomen la posta van a hacer que las cosas cambien. Baldazos de agua fría como este nos hacen dudar: ¿Es posible una sociedad distinta con esta masculinidad? ¿Es posible siquiera el erotismo con esta masculinidad? Autopercibidas mujeres cis que no conocen su cuerpo y a las que les está vetado el goce, autopercibidos varones con una sexualidad acotada al pene y su erección viagrana, inmensas extensiones de los cuerpos marginadas de la sensación y el placer. Escenificaciones “Una” de un sexo nada creativo, sino dictado por la pornografía. Y el peor de todos: El amor, lo que nos han enseñado que es el amor.

¿Por qué el amor sería renuncia, entrega, (especialmente para ella)? ¿Por que para que haya amor nos convencieron que se debe renunciar al deseo? ¿En el amor vale, más el ego de la propia persona o la “felicidad de la otra persona? ¿Qué mas puedo querer para la persona que amo que disfrute la vida, que la pase bien? ¿Eso debe incluirme necesariamente a mí? ¿Por qué tengo que creerme tan importante que la “felicidad” de las personas a las que amo debe incluirme necesariamente? ¿Es eso ego o amor?

Siglo XIX. época victoriana, gesta heroica del psicoanálisis. Objeto parcial, objeto de amor, integración genital; que deberían, en nombre del “moderno progreso” “sintetizarse” dialécticamente, darse todos ellos con referencia al mismo objeto de Amor. Hasta qué punto la modernidad, sea en su vertiente neoliberal capitalista o estatal comunista, ha calado tan hondamente en nuestras vidas y nuestros amores.
Ideales, mochilas pesadísimas que nos han puesto.”Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24). Cuanta estupidez sabiendo que el hombre de la modernidad podrá hacer cualquier cosa, pero nunca dejar a su madre, y, a lo sumo “llevarse” el premio consuelo de “su” mujer, no le evita, si es neurótico, ver a su madre siempre en ella y en donde no lo es o lo es demasiado…. Allí es donde comienzan las violencias.
¿Qué sería ser una sola carne? ¡Cuanta semejanza tiene todo esto con el Uno del fascismo! Eva hecha de y para Adán “Sin embargo, cada uno debe amar también a su propia esposa como a sí mismo; que la esposa vea que respeta a su esposo. ” (Efesios 5:33). Se dice que es mutuo, pero lo que realmente importa es el solemne respeto de ella por él ¿Alguien puede pensar que violentando a “su” mujer puede inspirar algún respeto?. Digamos las cosas por su nombre, miedo no es respeto, y adicionalmente crea muchísimo dolor.
“Vive gozosamente con la esposa a quien amas todos los días de tu vida de vanidad, que él te ha dado bajo el sol, todos tus días de vanidad, porque esa es tu porción en la vida, y en tu trabajo en el que trabajas bajo el sol.” (Eclesiastés 9: 9:). Sobre todo “trabaja bajo el sol” porque eso es lo más importante que tienes para hacer en la vida. ¡Cuánta similitud con las necesidades del capitalismo patriarcal! ¿Será casualidad o en realidad se tratará de un capitalismo moderno, patriarcal y eclesiástico?.
Diría un imaginario colonizador: -Venimos a América a traer la civilización y el saber; para estos pueblos primitivos, que nada saben del sagrado matrimonio y la sagrada familia, núcleo de toda sociedad.
Son sólo “culturas”, que nunca “llegarán” a “La” civilización. -Mientras no adopten el cristianismo apostólico romano, o en todo caso el evangelismo calvino-luterano, serán solo barbarie. Por supuesto, sépanlo, ustedes, pueblos “primitivos”, deben aprenderlo y adaptarse, si no, es nuestro deber divino exterminarlos y exterminar con ustedes todo este “panteísmo”, “politeísmo”, “Totemismo”, “folclore”, que nunca será “civilización”. Que en el Siglo XV, civilizaciones reales de más de 5000 años tuviesen un calendario como el maya, mucho más preciso que el gregoriano del folclore europeo, era solo un detalle, seguro que les salió de casualidad...
Porque el Uno es lo más grande, porque el Uno es a lo que todOs debemos aspirar. Uno, una sola carne, pero la que importa, realmente, es la de él, mucho más que la de ella, que es una simple costilla extirpada de otro, que sí tiene la plenitud del ser, porque no proviene de una costilla de nadie.
“Por encima de todas estas cosas, camina en el amor, que es el vínculo de la perfección” (Colosenses 3:14). Y el amor sabelo, es renunciar al sexo, renunciar a lo que te gusta, colocarse anteojeras que solo permitan, de allí en más, ver a una persona; que no tengas ganas con nadie más, la perfección absoluta de lo Uno, la ridícula naranja completa de Aristófanes. ¿Cómo pudimos creernos que el amor sea competencia, exclusividad y propiedad? ¿Tan vano y superficial es el amor.? Si eso es, no lo quiero, muchas gracias…. ¿Dónde ha quedado el amor indistinto a los seres del Cosmos de los pueblos originarios de Abya-Yala, en donde todas, todes, todos somos parte?. En donde el disfrute es siempre en comunidad y balance.
¿Puede pensarse un mundo en donde las reglas no necesariamente son “Una”, sino siempre “pluri”, en donde dicotomías dejan lugar a la continuidad? No, el amor es entre dos, justamente la cantidad mínima necesaria para que la reproducción de la fuerza de trabajo esté garantizada con el mínimo valor de uso para que subsista. La “Paz perpetua”. Nuestras vidas por el imperativo categórico serán regidas. El resto, el plus de valor,que surge de la diferencia entre el valor de cambio y el valor de uso es para los mismos de siempre, por supuesto.
Todo ello nos ha enseñado la modernidad. Para eso fetichizamos la mercancía, el mercado, el amor y los cuerpos. Si a ello le agregamos la “natural” diferencia sexual, tenemos nuestras vidas resueltas, es él con ella, ella que debe respetarlo a él por sobre todas las cosas, y para toda la vida, aunque todos nos llenemos la boca con que el respeto es mutuo. En un esfuerzo, puedo aceptar que sea ella con ella o él con él. No tanto ella con elle. Mucho menos elle con elle ¿Desde donde nos pararíamos para poner un orden en semejante caos?
¿Qué sería el respeto? ¿Disfrutar de un encuentro orgiástico con otros seres del cosmos sería una falta de respeto? ¿Por? ¿Somos capaces de pensar en la felicidad de la otra persona sin relación a nuestro enorme ego, como una forma del amor? No, de ninguna manera. Y allí tenemos de nuevo al psicoanálisis, lugarteniente de la modernidad y del siglo victoriano. Renuncia, sublimación, principio de realidad, “adultez”, desarrollo, “progreso”, integración, deseo… según las líneas y las épocas. Si somos lo suficientemente desarrollados no podemos cambiar nuestros sentimientos a lo largo del tiempo, mucho menos nuestra “identidad”, no podemos sino querer estar con ella/el para toda la vida y ser “Uno” siempre la/el/le misma/o/e. Pero más que un querer, más claramente, es un deber que frecuentemente se aleja del real querer. Y allí está lo sagrado de la renuncia del amor. Facilitémosle las cosas a los abogados que tienen que “trabajar” en nuestras sucesiones. Y tenemos esa Ley tan acotada que garantiza la propiedad privada. Pero parecería qué en matemática no puede haber una división que no tenga en su base el dos. El matrimonio es de a dos y se tiene que poder dividir por el binarismo de la diferencia sexual: siempre 2. ¿Tanto les costaría dividir por 3,4,5,6….? Parecería que si. Pero son sólo números, matemáticamente en nada difiere el 2, del 3, del 4, del 5, del 6…. Pero bueno la Iglesia lo hace más fácil, su patrimonio debe dividirse por …. UNO, el elemento neutro de la división, de manera que siempre es todo y lo mismo para ella. Por eso tanta insistencia a la renuncia al sexo, al compartir, la prohibición del matrimonio y de “unirse” por la carne, a través de esos “órganos” que nos conectan con les otres pero nos alejan de Dios y nos acercan a Satán. Claro mintámonos a nosotros mismos, no tenemos ojos para otra persona que nuestra enamorada o enamorado, o que incluso no tenemos ojos más que para Dios. ¿Cómo puede ser posible esto último? Si nuestros ojos nunca han tenido el privilegio de conocerlo, salvo que seamos místicas donde una salvedad se hace posible. Por supuesto no tengamos un “enamorade”, ya que eso no puede ser sino perversión condendada por Él. No nos gustan los cuerpos, el contacto, la onda, el tocar la piel de otras personas, y mucho peor si sus cuerpos no coinciden con los hegemónicos; a los que nos dice el marketing, debemos aspirar, y, por sobre todo, mostrar como nuestras “parejas/trofeos”. Competencia… Exclusividad… Propiedad... Consumamos, proteínas, esteroides, adelgazantes mágicos, prozac/xanax o sus similares, hormonas, que todo ello nos dará felicidad y fortuna... a los laboratorios y multimedios de la farmaco-porno-tecno-bio-política.
Y si nos gustan las no-hegemonías, la multiplicidad en lo privado, armemos el discurso público del compromiso, la renuncia, la fidelidad y la hipocresía para estar acorde a los dictados de “Él”.
El “Amor romántico” el príncipe azul, la media naranja. ¿Podemos ser tan básicos de evadir a tal punto nuestros deseos y pensar que eso puede ser realidad? El Uno ha sido el responsable de las mayores atrocidades de la historia de la humanidad. ¿Seguimos pensando en sus “bondades”, a propósito de las cuales no hemos tenido noticias en más de 25 siglos de los que tenemos registro? Para solo tomar un tiempo acotado a occidente ¿Alguna vez el Uno ha mostrado alguna bondad?
En nuestro caso, “cinco siglos igual”, en nuestramérica, rindiendo pleitesía a todos estos mitos que, no son más que la realidad que artificiosamente estructura nuestras vidas, en total acuerdo con la modernidad, la globalización y el patriarcado capitalista eclesiástico. ¿Cuánto tiempo hemos perdido pensando si es él o él, ella o él, ella o ella? ¿Por qué no podrían “ser” él, ella, elle, le, o varias, varios, varies? Siendo nuestroamericanos, ¿Qué nos hace imperiosamente necesario acotar nuestras vidas, a las vías de la modernidad euro-nor-céntrica? ¿Tan simples, predecibles por algoritmos en términos de consumo, debemos ser que, tal como sucede desde 1492, toda diversidad debe sucumbir a la homogeneidad de lo Uno? ¿Tanto miedo a la complejidad? ¿Tan poco capaces somos de generar una anomalía, una originalidad? ¿El consumo fármaco-porno-político es la vía de acceso a la “felicidad”? Bendito seas Edipo y Castración como núcleo de nuestra sociedad. Acá estamos, psicoanalistas, dispuestos a dar la vida por tus mentiras.
Pero si llegamos a fallar, estará esta “sociedad” globalizada que en nombre de la “libertad” aniquila, homogeniza, genera dolor, sufrimiento, somete, impone, domina….” Será nuestro mérito individual lo que nos lleve al éxito tan ansiado. ¿Es nuestro ego lo que vale en todo amor?. Esto no es sino toda una masculinidad.

Fuente
Propia